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El valor de la visión de largo plazo

Conoce la opinión de nuestro Jefe de Estrategia de Inversión sobre la visión a largo plazo para temas como las finanzas, las inversiones y los mercados.
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Por Jorge Herrera
30 de Agosto de 2023

Introducción

Unos meses atrás, para el cumpleaños de uno de mis hijos, le regalamos un juego para una de las consolas más populares del mercado. Lo acompañé mientras abría la caja y sacaba el disco feliz de ir a jugar. A los minutos, lo veo volver con una cara de decepción difícil de ocultar. Le pregunto, “¿Qué pasó? ¿no funciona?”, y me dice, “no, lo que pasa es que antes de jugar necesita una actualización y se va a demorar entre 10 y 15 minutos”. Tratando de apaciguar un poco la impaciencia, le cuento que cuando yo era chico (hace algunos años más de lo que me gusta reconocer, pero no tantos tampoco) en uno de los dispositivos de la época, en el que yo jugaba, cada juego tardaba unos 20 a 30 minutos en estar listo cada vez que quería jugar. La diferencia respecto de lo que sucede ahora es grande. Salvo que exista una actualización (que suele ser algo poco frecuente), la mayoría de las veces cambiar de juego sólo demora un minuto, y que es lo que uno tarda en cambiar de disco.

¿Qué tiene que ver esta anécdota familiar con finanzas, inversiones y mercados? El valor de la paciencia y la visión a largo plazo, elementos que parecieran algo del pasado en tiempos como el actual, en donde la inmediatez se ha vuelto la norma. Estamos acostumbrados a que en un dispositivo que cabe en la palma de nuestras manos tengamos acceso prácticamente inmediato a todo tipo de información. Pareciera ser que todo aquello que es inmediato es lo que vale, y la norma es pedir todo para ayer.

Si bien en el mundo de los activos financieros hay casos extraordinarios en los cuales se obtienen retornos relevantes en períodos muy cortos de tiempo, no es lo habitual, y las carteras de inversiones tienen su plazo de maduración en donde muchas veces, al igual que los buenos vinos, mientras más tiempo se espere, mejor. ¿Por qué ocurre esto? Una de las razones más potentes es que riesgo y retorno crecen a velocidades diferentes con el paso del tiempo. Si bien el riesgo lo hace de manera más acelerada al principio, esto avanza a tasas decrecientes, y luego de un tiempo, el crecimiento del retorno le pasa por encima. Lo anterior crea incentivos clarísimos para preferir la inversión de largo plazo y evitar, dentro de lo posible, el cortoplacismo y el market timing.

Ejemplos de casos cotidianos y reales en el mundo de las inversiones

Ejemplifiquemos esto con una situación más común. Si quiero invertir en el índice accionario de un único país (algo que de por sí es muy poco recomendable por la falta de diversificación que ello implica al colocar todos los huevos en una sola canasta) y mi horizonte de inversión es muy corto, el riesgo que corro es altísimo. En un período acotado de tiempo, se queda demasiado expuesto a las noticias del día a día y al impacto que éstas tengan sobre los mercados. Extrememos el ejemplo y digamos que la inversión es de un día para otro. Si justamente ese día ocurre algún evento desfavorable, por ejemplo, una cifra de actividad económica algo por debajo de las expectativas, puede que tengamos una pérdida considerable. ¿Por qué este riesgo es menor en un plazo más largo de tiempo? Porque en ese período más extenso irán sucediendo algunas noticias desfavorables que se verán compensadas por otras noticias favorables, lo que hará que finalmente el comportamiento tienda hacia su media, tornándose irrelevantes algunos hechos puntuales.

Hagamos el siguiente ejercicio con números y hechos reales, colocando a la crisis financiera e inmobiliaria de los años 2008-2009 en el centro del análisis, crisis que generó profundas caídas en los mercados y con momentos en los cuales índices como el S&P 500 llegó a bordear pérdidas de 10% en un solo día. Tomemos como referencia lo ocurrido con los multifondos del sistema de AFPs, los cuales son reconocidos como carteras de inversión bien administradas y correctamente diversificadas para distintos perfiles de riesgo.

La crisis financiera de los años 2008-2009 terminó de reventar, al menos a nivel de mercados, con la quiebra de Lehman Brothers el día 15 de septiembre de 2008. Para extremar el ejemplo, supongamos a un inversionista que comienza una inversión en el fondo A (es decir, el más arriesgado de todos) justo el primero de septiembre de 2008. ¿Qué habría ocurrido con su cartera? Una inversión de este tipo habría alcanzado una pérdida de un 33%, según el promedio de las administradoras, al día 10 de marzo de 2009, momento en el cual los mercados hicieron piso. Si este individuo se hubiese mantenido invertido en el fondo A, a pesar de todo, hubiese logrado remontar las pérdidas y volver al mismo monto inicial, el día 9 de octubre de 2009. Es decir, en solo 7 meses logró remontar completamente una pérdida que llegó a superar el 30%. Para qué decir que esa misma inversión un año después, o sea el 9 de octubre de 2010, tenía un retorno positivo mayor a un 13%.

¿Qué podemos aprender de todo esto? 

El valor de la visión de largo plazo, lo relevante de mantenerse invertido a pesar de caídas momentáneas para aprovechar así la recuperación posterior y lo importante de contar con una cartera apropiada según nuestro perfil de riesgo y objetivo de inversión que disminuya el riesgo de tomar decisiones apresuradas. Todo lo anterior refleja lo relevante también de contar con una buena asesoría, de modo de contar con el apoyo necesario para navegar momentos de mercado que algunas veces se tornan más complejos que lo que uno quisiera.

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Esta información no pretende representar el funcionamiento de ninguna inversión en particular y no debe ser entendida como una proyección de rentabilidad, como un pronóstico cierto o recomendación de inversión. No se garantiza la exactitud de la información.