A medida que pasan los años, nos vamos dando cuenta de que el ahorro es una pieza clave dentro del proceso de planificación financiera personal y que, si lo invertimos correctamente, nos permite alcanzar nuestras distintas metas financieras de corto, mediano y largo plazo.
Cuando miramos el largo plazo y los beneficios asociados a los vehículos de inversión, aparece el efecto del interés compuesto. Éste no es más que el hecho que los intereses que ganamos, a su vez, se reinvierten y generan más intereses, lo que nos ayuda fuertemente a aumentar nuestro patrimonio. Las rentabilidades generadas por el interés compuesto, al cabo de nuestros diez primeros años laborales, pueden llegar a ser perfectamente el 45% del patrimonio. Albert Einstein llamó alguna vez al interés compuesto “la invención más impresionante del mundo”.
Ahora que conocemos el truco, debemos utilizarlo para resolver el tema de las pensiones en Chile. Sobre todo, dada la falta de educación en materia previsional y de ahorro que existe en el país. La necesidad de ahorro para que las personas logren acumular un fondo que les permita financiar una buena pensión al momento del retiro es muy importante.
En ese contexto, el ahorro previsional (
APV) es un elemento imprescindible dentro del ahorro de largo plazo. El ahorro obligatorio es uno de los pilares fundamentales del modelo, pero en la gran mayoría de los casos, este debe ser complementado por ahorro voluntario. Si bien el mercado crece año a año, tenemos evidencia que muestra que es la población de más altos ingresos la que está realizando ahorro previsional voluntario y hay grandes oportunidades en segmentos jóvenes y de clase media, donde se debe aumentar la penetración. Más aún si se considera que mientras antes se comience a ahorrar, mayor será el efecto multiplicador positivo de ese dinero (¡la magia del interés compuesto!).
Una de las principales ventajas de fomentar el ahorro voluntario es que fortalece la educación previsional, en la medida que la persona tenga acceso a información con la ayuda de expertos, tomará las medidas pertinentes para comenzar a ahorrar en forma temprana.
En Principal, hemos observado un aumento importante en la contratación de productos de ahorros previsionales por parte de los jóvenes de 25 a 35 años, y lo atribuimos al fuerte trabajo de asesoría y educación que hemos impulsado a través de nuestros asesores financieros. Si bien la participación de los jóvenes de 25 a 35 años en la industria de APV es del orden de 22%, en los productos de ahorro grupal de Principal, donde hemos focalizado nuestra labor educativa, la proporción del segmento joven es de 33%, bastante por sobre la industria.
Sabido es que para todos es difícil tener la disciplina de ahorrar, ya que implica la postergación de una satisfacción presente. Pero esto ocurre con más fuerza en los jóvenes que están muy lejos de la etapa del retiro y, por ello, no se interesan por lo que viene. Por eso, es fundamental la masificación de la educación previsional en forma individual, y colectivamente a través de muchas empresas que están interesadas en que sus trabajadores se instruyan. El Estado ha colaborado con la educación previsional creando incentivos (
Beneficios tributarios) para que crezca el ahorro voluntario, pero todavía queda mucho por hacer. Si se crearan más estímulos para que las empresas colaboren, lograríamos una verdadera democratización del ahorro.
En la práctica, ha quedado demostrado que cuando la gente entiende el problema, empieza a ahorrar. En esto, los jóvenes tienen grandes ventajas ya que requieren de montos mucho más bajos para tener una buena pensión ¡esa es la gracia del ahorro temprano! Sólo para poner un ejemplo concreto: una persona que empieza a ahorrar a los 25 años y ahorra $15.000 mensual por 15 años, logrará acumular $4,6 millones de pesos más que otra persona que ahorra lo mismo, pero que parte 15 años más tarde y ahorra 10 años más. ¡Aprovechemos el truco!
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