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¿Cambio de tendencia?, ¿estamos entrando en una nueva fase de mercados?

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Por Jorge Herrera
23 de November de 2023

Introducción

La primera mitad del mes de noviembre ha sido muy positiva, con un comportamiento en los activos financieros con importantes recuperaciones, en una performance que ha sido muy bien recibida por los inversionistas. Hace tiempo no veíamos algunos mercados encadenando varias sesiones en positivo, con la renta variable no solo evidenciando un mejor comportamiento, sino que también acompañada de descensos relevantes a nivel de las tasas de interés de la renta fija. ¿Qué ha gatillado este movimiento? ¿se puede pensar ya en un cambio de tendencia? ¿será conveniente realizar ajustes en las carteras de inversiones? Tratemos de contestar las cuestiones anteriores.

En primer lugar, respecto de los desencadenantes de esta mejor performance de los mercados, tenemos una serie de eventos y cifras económicas que han llevado a que el mercado empiece a considerar que el trabajo de la Reserva Federal (Fed) subiendo tasas de interés estaría ya hecho, y que por lo tanto nuevas alzas no serían necesarias dado que habríamos alcanzado ya el ansiado techo. Dentro de estos eventos y noticias, contamos (1) una reunión de política monetaria en la que la Fed mantuvo la tasa de referencia y en donde el mercado percibió un mensaje menos contractivo por parte de su Presidente, Jerome Powell; (2) un informe del estado del mercado laboral estadounidense con indicios de estar desacelerándose un poco más rápido, con un alza en la tasa de desempleo y un incremento en la creación de nuevos puestos de trabajo más modesto, no sólo respecto al mes anterior, sino que también respecto de lo esperado por el mercado; (3) la publicación del Índice de Precios al Consumidor (IPC) correspondiente al mes de octubre, que estuvo por debajo de las expectativas y que mostraría a la inflación convergiendo decididamente hacia la meta del 2,0%, tanto en su componente general como en su medición subyacente (que excluye elementos más volátiles como alimentos y energía); y (4) unas nuevas emisiones de deuda por parte del Tesoro de Estados Unidos menos cuantiosas y que han logrado quitar algo de presión a unas tasas de interés que hasta octubre se presentaron constantemente al alza.

Todos los puntos anteriores han llevado a que el mercado haya visto incrementarse la probabilidad de ocurrencia del escenario en que la Fed no necesite subir más las tasas de interés, lo cual sumado a ciertos indicios de una desaceleración económica suave han llevado a que los analistas comiencen a proyectar recortes de tasas de interés tan pronto como en mayo o junio del próximo año. Las expectativas de un fin del ciclo contractivo de la política monetaria han alentado entonces a los mercados, tanto por el dado de la renta fija como de la renta variable.

¿Será todo esto ya suficiente como para pensar en un cambio de tendencia definitivo? Aquí la respuesta no es tan clara, ni definitiva, toda vez que aún se tiene fuentes relevantes de incertidumbre que podrían terminar por desviar la trayectoria que el mercado tiene en mente para su escenario base. Dentro de estas fuentes de incertidumbre, las más relevantes en nuestra opinión serían:

(1) Si bien la inflación se ha moderado bastante respecto de lo que vimos un tiempo atrás, aún queda un camino por recorrer hasta la meta de la Reserva Federal, no siendo descartable que lo que aún queda, presente baches o complicaciones; (2) Ligado a lo anterior, la Fed ha sido hasta ahora bastante cuidadosa en señalar que el análisis de las cifras que se vayan produciendo en el futuro será clave a la hora de definir el futuro de la política monetaria, no descartando tampoco que nuevas altas de tasas de interés puedan ser necesarias; (3) El incremento en los niveles de endeudamiento de Estados Unidos y necesidades de financiamiento generales del Estado, que podrían presionar nuevamente al alza las tasas de interés; (4) El escenario base hoy del mercado incorpora una alta probabilidad de lograr el conocido como “softlanding”, es decir, que el control inflacionario se logre sin por ello provocar una recesión en la economía. Si bien esto pareciera efectivamente ser posible, requiere de una serie de desarrollos positivos en la economía, de modo que aún está lejos de ser una carrera ya corrida; y (5) Los conflictos y tensiones geopolíticas que se viven tanto en Ucrania como Medio Oriente, con un potencial escalamiento que derive en mayores precios de commodities como el petróleo, gas o algunos alimentos y que genere pérdida de crecimiento potencial y/o malestar en las poblaciones afectadas.

Visto lo anterior, pareciera ser que el escenario aun es bastante desafiante y que la incertidumbre no es menor, con ciertos factores cuya probabilidad de ocurrencia claramente no es nula y que por ende podrían terminar por alterar un equilibrio que aún es frágil. En este caso el problema sería que el mercado esté pecando de optimismo, y como hemos comentado con anterioridad, el choque entre expectativa versus la realidad puede ser duro. Dado lo anterior, nos parece que aún es momento para ser cautos y no sobre reaccionar ante estos eventos del mercado, privilegiando la visión de largo plazo en las carteras de inversión.

No obstante, hay un par de clases de activos que parecieran contar con mayores fundamentos y en donde se puede estar con una sobreponderación táctica, en una recomendación que hemos venido comentando desde hace ya un tiempo. Ésta es la renta fija local y la renta variable latinoamericana.

En el primer caso, los recortes de tasas de interés por parte del Banco Central de Chile, una inflación en franco retroceso y una economía mostrando ya los efectos de la política monetaria contractiva del ente rector, conforman un escenario bastante propicio para esta clase de activos. Por otra parte, Latinoamérica, con un ciclo económico y de política monetaria adelantados respecto del mundo desarrollado, auguran una recuperación económica anticipada también gracias a recortes de tasas que ya se están dando en algunos países, como es el caso de Brasil.

Respecto de esto último, también destaca el beneficio que significa para países como México el surgimiento de esta verdadera mega tendencia en que se ha convertido el conocido como “nearshoring”, fenómeno caracterizado por el traslado de procesos productivos a países más próximos geográficamente para beneficiarse de menores costos, lo que beneficiaría a la economía azteca ante el traslado de operaciones desde Asia.

En resumen, si bien pareciera ser que la dirección del viento está cambiando – favoreciendo a los mercados – las fuentes de riesgo aún están latentes, de modo que suena razonable actuar con precaución esperando a que las nubes en el horizonte se disipen algo más antes de tomar más decididamente mayores riesgos. Dado lo anterior, si bien siempre es recomendable asesorarse correctamente por profesionales, en momentos como el actual esto se hace aún más trascendental, debiendo primar como siempre la diversificación y la visión de largo plazo en las carteras de inversión.

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