
¿Qué pasará con el Gigante Regional?

América Latina en el mundo de las inversiones accionarias se compone de cinco países de acuerdo al índice MSCI de mercados emergentes, y con variaciones en general aproximadamente un 60% de ese índice es de Brasil.
Por lo tanto, la evolución de los fondos latinoamericanos depende fundamentalmente de lo que ocurra en ese país, el cual representa asimismo un 33% del PIB total de los 33 países de la región. Considerando la importancia relativa y el importante cambio de dirección de Brasil, es muy relevante analizar sus perspectivas de mediano y largo plazo. El país ya realizó importantes reformas, pero la evolución futura de su economía depende críticamente de la posibilidad de estabilizar la relación deuda fiscal a PIB, la cual no ha dejado de crecer y se ha acercado al peligroso nivel de 80%, aunque su ritmo de crecimiento se ha desacelerado en los últimos meses.
La buena noticia es que el nuevo gobierno presentó, en menos de 60 días a cargo del poder ejecutivo, una propuesta de reforma al sistema de pensiones, el cual en estos momentos es responsable de una parte muy importante del déficit fiscal y por ende causante clave del aumento de la relación deuda a PIB antes mencionada. Lamentablemente como “no existen los almuerzos gratis” la reforma implica sacrificios. Por un lado, aumenta de 60 a 62 la edad de jubilación de las mujeres, aunque deja en 65 la de los hombres. Un aspecto importante es que elimina la posibilidad que hoy tienen hombres y mujeres de jubilar tempranamente si cumplen con 35 y 30 años de contribuciones respectivamente, además de aumentar desde 15 a 20 años el mínimo requerido para recibir jubilación, lo anterior compensado en parte por la creación de un pilar solidario. Finalmente, permite o extiende el sistema de capitalización individual y propone que la transición sea relativamente breve, de doce años. Los cambios traerían un ahorro de cerca de 25% del PIB a lo largo de los primeros diez años. Este ahorro además haría las cuentas fiscales más estables lo que debiera traducirse en una baja adicional en las tasas de interés lo cual a su vez mejora la relación deuda a PIB por dos vías, una directamente a través de un menor déficit por pago de intereses y otra a través del mayor crecimiento del PIB que debiera producirse justamente por la baja de tasas. En todo caso el proceso de aprobación de la reforma será necesariamente lento puesto que requiere de un cambio constitucional, probablemente al menos hasta finales de año.
Valentín Carril, Economista Jefe para Latinoamérica.
Opinión de febrero de 2019.
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