Bob Baur, Director Ejecutivo y Economista Global Jefe, Principal Global Investors
Destacamos
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Estados Unidos - La economía estadounidense ha pasado de ocho años de recuperación ultra lenta a adquirir un ritmo de expansión sostenida.
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La Gran Europa – La reactivación de la economía de la Eurozona fue el campanazo de crecimiento del último año.
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China – La economía china está fuerte. Al igual que el resto del mundo, China experimentó un renovado impulso en el nivel de su actividad económica después del verano lleno de crisis que vivió en 2015.
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Japón – Tras años de debatirse en un escenario de crecimiento lento y deflación, la economía japonesa está aportando su cuota de progreso a la expansión mundial.
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Economías mundiales – El resto de las economías mundiales se benefician de la recuperación en los precios de materias primas y el repunte de la demanda en China, la Eurozona y los Estados Unidos.
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Inflación y tasas de interés – La convicción de que la inflación permanecerá bajo control indefinidamente se ha convertido en el discurso de los inversionistas.
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Estrategia de inversión – Las tasas de interés bajísimas han sido un factor impulsor clave para la persistente alza en los precios de las acciones desde que la crisis de los EE.UU. tocó fondo en marzo de 2009.
Panorama General
Durante años, nos dijeron que el mundo había caído en una ‘nueva normalidad’, un escueto término que describe a un período de crecimiento lentísimo, tasas de interés históricamente bajas, constantes temores de una deflación, nulo avance en los sueldos, decepcionante generación de puestos de trabajo y, si los bancos centrales se descuidaban, un estancamiento económico permanente. Incluso a inicios del año pasado, el dólar estadounidense surgió con fuerza, los precios del petróleo se derrumbaron, los precios de las acciones se desplomaron, los diferenciales de deuda aumentaron exponencialmente, y había un temor generalizado de que la economía cayera nuevamente en una recesión global, en una crisis, o incluso peor.
Pero lo único que termino fue la ‘nueva normalidad’. El dólar estadounidense llegó a su nivel máximo en enero de 2016, los precios del petróleo tocaron fondo en febrero y la recuperación comenzó en marzo. Nadie se lo creyó durante varios meses. Después de que el Reino Unido votó a favor de salir de la Unión Europea (UE), el consenso indicó que una recesión mundial no tardaría en llegar. Eso no ocurrió. En nuestra perspectiva para 2017, sugerimos que la economía global pondría el pie en el acelerador. Sí lo hizo. Lo que llamamos un ‘repunte’ económico en 2016 se transformó en una expansión global, sincronizada y robusta. el crecimiento mundial puede aún estar acelerándose, pero incluso si no fuera así, la energía durará hasta mucho después de iniciado 2018.
El modelo de la ‘nueva normalidad’ era sencillamente una extrapolación de nueve años de crisis y estancamiento económico que siguieron al verano de 2007. La atmósfera de crisis comenzó con una calamidad financiera en EE.UU. que después se hizo global en 2008. Se consolidó durante la crisis de la deuda soberana en la Eurozona en 2011. Esta atmósfera invadió a China cuando su mercado accionario se tambaleó y su moneda se hundió en el verano de 2015. Extrapolaciones adicionales generaron un sentimiento de que el estancamiento sería permanente, que el crecimiento lento, la pésima generación de nuevos puestos de trabajo y los temores deflacionarios no se irían. Pero eso era una ilusión; los temores de que la economía sufriera una recaída ya se han desvanecido. Estamos en una transición entre un período extraordinario de reveses y pánico y algo más normal: un ritmo de crecimiento igual o superior a la tendencia, renovada confianza, buena expansión de utilidades, desempleo en retirada, gastos de capital en alza, y robustas adquisiciones domésticas. Es el retorno de ‘lo de siempre’.
"Y el ritmo sigue"
Al reflexionar sobre esta expansión, se viene a la mente una canción de los años ochenta, de un grupo de blues estadounidense llamado The Whispers, titulada “Y el ritmo sigue (“And the Beat Goes on”). El ritmo de la expansión mundial es fuerte y no decae. Se ha convertido en un círculo virtuoso en el que las utilidades elevadas, confianza robusta, buenos gastos domésticos, y un poder moderado de las empresas para fijar los precios se combinan para generar un ritmo acelerado de gastos de capital, mayor generación de puestos de trabajo, crecimiento salarial más rápido, lo que da paso a otra ronda de fuerte demanda doméstica. Esta retroalimentación positiva mantiene la expansión y hace que el crecimiento siga a un ritmo sano. Y es sincronizado: por primera vez en años, los 45 países a los que la Organización para Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE) están creciendo, y 30 de ellos incluso siguen acelerándose. La pregunta es si esta dinámica está a punto de tocar techo o si la vitalidad actual puede impulsar la expansión a niveles incluso más elevados. La respuesta es que probablemente nos aproximamos a la cima.
Examinaremos las proyecciones para los Estados Unidos y el resto del mundo, preguntaremos si el estímulo fiscal en países desarrollados podría impulsar esta expansión incluso más, intentaremos arrojar luz sobre cómo los intentos de los bancos centrales para normalizar la política monetaria podrían impactar al mercado accionario, e investigaremos lo que este repunte cíclico y una política monetaria menos flexible implica para las clases de activos. Concluimos que este crecimiento vigoroso persistirá hasta bien avanzado el 2018, quizás con una ligera desaceleración a fines de año a medida que los bancos centrales pisen el freno. Las tasas largas deberían estar bajo cierta presión alcista e impondrán un fuerte viento en contra para los mercados accionarios.
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