Alta inflación y la dificultad de mantenerla bajo control: durmiendo con el enemigo

Pareciera ser que el alza generalizada de precios se ha tomado la agenda a nivel internacional.
5 de mayo 2022 - Noticiarios y matinales constantemente recorren ferias y supermercados entrevistando a consumidores que relatan cómo perciben que el precio de los productos que antes compraban con toda normalidad hoy están mucho más caros. Sin embargo, la inflación no es solo un problema que afecte exclusivamente a clientes del comercio, sino que también tiene implicancias a nivel de inversiones y en la forma en que deben plantearse las carteras de inversión.
A propósito de lo anterior, ¿por qué la inflación es tan dañina para la economía?, ¿por qué es tan importante mantenerla bajo control?, ¿por qué los Bancos Centrales a nivel global se toman tantas molestias en tratar de devolverla hacia sus rangos meta?
Vamos por partes, algunas de las razones que hacen que la inflación que está consistentemente por encima del objetivo sea dañina son:
- Dificultad para hacer frente a los gastos del día a día, sobre todo en aquellos casos en que las personas afectadas no ven reajustarse sus sueldos según el IPC o tienen salarios que se sustentan exclusivamente en componentes fijos.
- Relacionado con el punto anterior, la inflación afecta más fuertemente a los sectores más vulnerables que deben gastar, en muchos casos, el total de sus ingresos en bienes básicos, sin poder defenderse de la inflación en instrumentos de ahorro indexados.
- Encarecimiento de las cuotas a pagar denominadas en UF, ya sea dividendos hipotecarios o mensualidades escolares y/o universitarias, etc.
- Pérdida de poder adquisitivo del dinero y reducción de los incentivos a ahorrar. Esto no solo afecta a los consumidores en el día a día, sino que también a quiénes ahorran, ya que se prefiere gastar los recursos hoy cuando aún puedo comprar más cosas con ellos.
Problemas como estos hacen que mantener la estabilidad a nivel de precios sea de suma importancia, lo cual queda de manifiesto en que el tema inflacionario esté presente en los objetivos primarios de todo Banco Central. Es así como los entes rectores guían la mayor parte sus actividades en este sentido, orientando su política monetaria a suavizar los ciclos económicos y mantener la variación de los precios dentro del rango meta que se tiene predefinido.
Pareciera ser entonces que la inflación es muy dañina. ¿Será entonces mejor un ambiente económico en el que bajan constantemente los precios?, es decir, ¿será preferible un ambiente deflacionario?
Si bien a simple vista las caídas de precios se ven bastante seductoras a nivel de consumidor, un escenario deflacionario también es negativo, con el agregado de que los Bancos Centrales cuentan con menos herramientas para combatirlo. Imaginémonos qué podría ocurrir en un ambiente deflacionario respecto de nuestro comportamiento como consumidores con un ejemplo muy sencillo. Hace algún tiempo que queremos cambiar nuestro teléfono celular y, después de un análisis entre las distintas alternativas, nos hemos decidido por un aparato específico, el cual hemos visto que en internet se encuentra a un valor cercano a los $500.000. Esperamos un par de semana y volvemos a verlo, pero ahora en la misma tienda cuesta $475.000. Dado que se encuentra algo más barato, seguimos esperando, y la siguiente vez que lo buscamos este ya ha bajado a $450.000. Viendo que esto podría ser una tendencia, optamos por dejar pasar unas semanas más... y la siguiente vez el producto se encuentra a un precio aún más bajo.
En un ambiente deflacionario, el sencillo ejemplo visto en el párrafo anterior podría reproducirse en una variedad de productos de distintas categorías y en la mayoría de las ocasiones veríamos repetirse el mismo patrón. Salvo en aquellos productos que necesitamos adquirir con mayor frecuencia (como aquellos relacionados a necesidades más básicas) en el resto de cosas pospondríamos nuestras decisiones de consumo constantemente, buscando un mejor precio, lo cual paralizaría la economía.
A diferencia de ambientes inflacionarios, en los cuales los Bancos Centrales pueden subir las tasas de manera prácticamente indefinida, los escenarios de deflación se prestan para que los institutos emisores recorten las tasas de interés. Sin embargo, existe un límite para esto último, ya que después solo quedan políticas monetarias no convencionales con tasas de interés negativas o emisión de dinero. De este modo, es muy complejo salir de escenarios deflacionarios, volviéndose clave el que los Bancos Centrales logren mantener la evolución de precios dentro del rango meta y que, además, el mercado mantenga ancladas sus expectativas dentro de dicho rango.
A nivel de inversiones, los ambientes inflacionarios también tienen sus consecuencias, ya que las respuestas de los Bancos Centrales (como subir las tasas de interés) afectan a todos los activos. La renta variable es capaz de defenderse mejor en esta clase de momentos, ya que cuenta con cierta indexación a la inflación por los precios de venta de sus productos. Sin embargo, el caso de la renta fija es distinto, ya que, a menos que se encuentre protegida frente a la variación de precios (como son los bonos en UF), pierde poder adquisitivo. En escenarios como este, se vuelve aún más relevante tener una correcta diversificación en las carteras y ser selectivo dentro de las inversiones.
¿Cómo podríamos reaccionar entonces en un escenario con alta inflación?
Una opción es preferir renta variable en mercados fuertes y en empresas con clara capacidad generadora de flujos o en mercados que se puedan ver beneficiados, como los productores de commodities, que están dentro de los causantes de los mayores precios. También es interesante refugiarse en productos diferentes, como aquellos relacionados a activos alternativos en donde el sector inmobiliario, en especial el residencial, puede otorgarnos mayor estabilidad al estar fundado en el arriendo de propiedades, cuyas cuotas suelen estar indexadas a la inflación. Por último, mantener una proporción relevante invertida en dólares es otra alternativa, obteniendo mayor protección en monedas más duras.
En momentos de alta incertidumbre y volatilidad como este, contar con una cartera adecuada, así como también acorde a nuestro perfil de riesgo, puede hacer la diferencia. Por eso, asesorarse por profesionales es altamente recomendable.
Jorge Herrera Álvarez, Jefe Estrategia de Inversión Principal AGF
Ingeniero comercial, Máster en Bolsa y Mercados Financieros (IEB), España.
La información entregada no debe ser considerada como un consejo o recomendación para la adquisición o venta de valores. Dicha información no debe ser entendida como una recomendación de inversión ni como un pronóstico cierto o proyección de rentabilidad. Esta información no pretende representar el funcionamiento de ninguna inversión en particular.
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